(Por “Yen”)
Hola Pajeros, les escribe “Yen” y soy una gran seguidora de ustedes desde las épocas de la radio, me encanta que hayan regresado.
Recientemente escuché la reseña del concierto de Roger Waters que hizo Medina y eso me inspiró a escribir mi propia reseña, porque a mí me pasaron una serie de acontecimientos relacionados con ese concierto que son merecedores de contarse.
Dichos acontecimientos no pasaron durante el concierto, sino el día previo, porque fui una de tantos que que no consiguieron entradas a tiempo pero que lograron conseguirlas por medio de algún conocido que de último momento no pudo ir.
Tengo un amigo de San Carlos, al cual se le presentó un compromiso de trabajo justamente el día del concierto, y vendía sus entradas para gramilla general al precio original. Yo no podía dejar pasar esa oportunidad, además de que por cosas de la vida había conseguido el dinero. El problema era lograr que el mismo Jueves él me las enviara desde San Carlos a San José, porque el viernes debía trabajar todo el día. Jueves era mi única oportunidad.
Mi amigo no se caracteriza por su concentración y atención a detalles, por lo que desde horas de la mañana lo molesté con mil mensajes con el recordatorio de enviármelas por encomienda. El primer mensaje fue a las 6am, cero respuesta. Finalmente me responde a las 2pm diciéndome “ya se las mandé por Cajeta Express”. Lo que me faltaba: tras de disperso, tacaño. Pudo enviármelas con los buses de San Carlos por encomienda pero prefirió Cajeta Express porque conoce a alguien que le hacía el favor gratis.
Yo tenía un examen de la Universidad a las 6pm ese mismo Jueves, no me queda más opción que llegar a como pueda a Barrio México, sede de ese negocio.
- A como pude llegué desde Guápiles a Barrio México a preguntar y preguntar dónde carajos quedaba Cajeta Express. A las 4 encuentro Cajeta Express. Le pregunto al primer tipo que veo si sabe de un sobre con un documento muy importante (dije eso para que se acelerara la entrega). Me responden que el camión con mis entradas viene atrasado por no se sabe qué razones.
- Son las 4:30 pm y no sé qué hacer, salvo quedarme ahí y esperar. Y como era de esperar, los empleados de Cajeta Express empezaron con acosos clásicos de empleados que trabajan para una empresa cuyo nombre es “Cajeta Express”. Decían cosas como “mamita, por que anda ahí tan solita? “Venga acá y le hacemos compañía” “Venga para acá que hace frío, mi amor”
- Como muchas mujeres, por no decir todas, estoy lamentablemente acostumbrada a esos desplantes de testosterona, pero incluso así me asusté bastante, lo suficiente como para saber que no debía quedarme ahí esperando a que el mentado camión llegara
- Son las 4:40 pm y me empiezo a preocupar: Llegaré a tiempo para el exámen? Es de cierre de cuatrimestre, no lo puedo perder. Pero por el otro lado es la única oportunidad de ver a Roger Waters. Seamos francos, el hombre tiene 75 años y dificilmente vuelva. Sólo tengo este chance.
- Luego de dar mil vueltas por el parque de Barrio México y mensajear mil veces a mi amigo sancarleño me doy cuenta que me queda un 5% de batería. Tengo una maña que todo mundo me ha criticado: y es que nunca cargo mi teléfono antes de salir de casa, y creo que tienen razón en regañarme, porque luego ando con estas congojas.
- Mi novio me regaló una batería para que la ande siempre conmigo con un cable y asi poder cargar en buses, pero lo que no tomó en cuenta es que nunca cargo esa batería, y justamente por eso ya no sirve.
- Estoy en el centro de Barrio México, no hay una soda, café o restaurante cerca para comerme algo y cargar el teléfono. Solo hay un Palí, que vale resaltar que es el único Palí que no tiene pasillos ni estantes; de hecho, no tiene forma de supermercado, sino que es un gran mostrador cubierto por rejas y mil cámaras de vigilancia. Es una pulpería con la marca Pali. Supongo que la delincuencia es dura acá, y yo de bruta ando un ipad y un celular en el bolso, descargado pero igual puede ser apetitoso para el hampa
- Son las 5pm y entro en pánico, no me puedo quedar esperando en Cajeta Express pero tampoco puedo quedarme sin batería en el teléfono; sólo asi podía contactar a mi amigo y de paso pedir el Uber para irme a la universidad. ¿Lograré llegar a las 6? El viaje de Barrio México hasta La California es lento y largo.
- Me queda un 2% de batería y empiezo a entrar en modo pánico doble, el maldito sobre con las entradas no llega, los de Cajeta Express me dicen mil cosas y no tengo donde cargar el teléfono.
- De repente, un rayo de inspiración me iluminó: la iglesia del centro de Barrio México está abierta. Pienso “bueno, si no hay ninguna actividad, ahí lo puedo cargar”
- Entro a la Iglesia, en silencio y mirando a todo lado. Dicen que cuando se viene una cagada, se vienen todas las demás juntas. Estaban en medio de la Hora Santa.
- Sigo entrando, puede más la necesidad de cargar el celular. Me pongo a recordar a mi madre, que tanto insistió en que siguiera yendo a la iglesia. Si me viera estaría orgullosa…más o menos. Siempre me decían “Cuando te sientas vacía, acude a la casa del Señor”, “Cuando desfallezcas, Dios te dará energías”, ¿quién iba a pensar que así sería, con la excepción de que lo vacío y sin energías es este puto teléfono?
- He entrado a la Iglesia, trato de no hacer ningún sonido para no interrumpir la Hora Santa. No funciona porque mínimo 3 señoras me vuelven a ver con cara de “Y esta quien es? No es parte del club” Ustedes saben, el club de las señoras que pasan metidas en la Iglesia los 7 días de la semana, las que le planchan y lavan las sotanas al Padre. Esas saben quién viene a la Iglesia y quién es un Forastero.
- Me examinan de pies a cabeza, me miran con desprecio. Les sonrío levemente tratando de saludar. Pienso “Así quieren atraer nuevos fieles? Recibiéndolos con esa hostilidad?”
- A como puedo me voy a un costado, cerca del confesionario: he encontrado un tomacorriente. Saco el cubito y el cable, conecto mi teléfono y sentí un alivio similar al que se siente cuando se sale del confesionario.
- Me siento y miro al frente, hay una señora en muletas mirándome con odio. Me vio haciendo lo que hacía.
- La Hora Santa continúa. Trato de seguir las oraciones para incorporarme, no lo logro. No conozco esas oraciones. Me sé las letras de todas las canciones de Rammstein en alemán y de Dimmu Borgir en noruego, pero no me sé una sola oración de La Hora Santa. Mi madre estaría tan orgullosa. Pensé que era un Rosario pero no. Era una seguidilla de oraciones enredadas sin fin. Al menos con el Rosario uno sabe que por las Letanías ya se va acabando todo, pero acá con La Hora Santa es interminable. O quizá a mí se me hizo interminable porque el celular apenas iba por el 10% de cargado. Creo que este cable está malo.
- No sé qué hacer, me doy cuenta que fingir estar participando de la Hora Santa no está resultando, por lo que renuncio a seguir intentándolo. Busco mi iPad en el bolso porque me acuerdo que no le he dado de comer a mis gatos virtuales del juego Neko Atsume.
- Le comparto el internet del celular al iPad para poder jugar, pero olvido ponerlo en silenciador. De repente en medio de la Hora Santa se activa la música del jueguito.
- La señora de las muletas ahora tiene mirada de genocida, como queriendo hacer una segunda inquisición conmigo. Trato de quitarle el sonido al iPad pero por los nervios se me cae. Sigue sonando. La Hora Santa con el sonido de Neko Atsume es lo más sacrílego de la Historia, le gana a las Pussy Riot pelándose las tetas dentro de una iglesia en Rusia.
- Logro apagar la música. Sigue la hora Santa. Son las 5:25 pm y apenas tengo 25% de batería. De repente se me acerca un tipo fornido, como de 50 años, que me mira con mirada ansiosa. Estoy segura que viene a echarme. Le pregunto “¿Usted es el monaguillo…o sacristan? Disculpe, no se como se le dice”, como si no hubiera ya suficiente evidencia de lo pésima católica que soy.
- El sacristán no dice nada, solo hace sonidos y señala una bolsita que trae: era para el diezmo….ah, y olvidaba decir, era sordomudo. Ahora, además de sacrílega, hay registro de que le hice bullying a una persona con discapacidad. Le di el último billete de mil colones que tenía. Pensé “Hombre, que carga de celular más cara?”
- Son las 5:35pm. No puedo cargar el celular más, voy a llegar tarde al exámen. Regreso a Cajeta Express a ver el destino de mi “documento importante”. Nada aún. Ya se han ido los acosadores, salieron a las 5. Sólo queda el dueño, está demasiado avergonzado por hacerme esperar. Me preguntaba mil veces a qué hora debía ir a clases. Le digo que a las 6 y ahora es él el que entra en pánico. Me ofrece café, yo no tomo cafe. Me trae un refresco , una empanada y un arreglado. Como no almorcé me sentó bien, sin embargo ese sobre con las entradas no llegaba y ya me estaba desesperando.
- El dueño está acongojado, me pide mil disculpas y me dice que va a dejar el negocio abierto más tiempo hasta que llegue Monchito, el chofer de ese camión. Monchito está atascado en una presa típica de jueves a las 5 pm. El dueño lo ha llamado mil veces regañándolo, diciéndole que acá hay una muchacha que necesita un sobre con un documento muy importante y que debe entrar a clases a las 6. El ha de creer que es una carta de recomendación para un trabajo, o de un fiador para un préstamo de estudios, o los resultados de un exámen médico. Si supiera que eran las entradas para un concierto de un tipo de una banda que escuchaba en el cole mientras fumaba mota…
- Finalmente, el camión entra. El dueño no deja que siquiera se parquee, lo baja y le dice “¡¡El Documento!!”. Monchito saca una hoja de papel de cuaderno doblada y engrapada haciendo la función de un sobre. El amigo mio, aparte de disperso, lento e impuntual, es mas tacaño de lo que pensé. Las entradas se transparentan más a través de ese papel que tanga barata de vieja chata en festejos de Palmares.
- Guardo el documento. El dueño respira de alivio al saber que ya lo tengo, se ofrece a pagarme el taxi o el Uber como compensación por el atraso, le digo que no es necesario. El me dice que tiene una hija de mi edad y que no va a aceptar un No por respuesta, que se le cae la cara de vergüenza por haberme hecho esperar horas. Le digo que debo irme, él me sigue hasta la acera. Tiene un billete de 5 mil colones en la mano. Me grita “¡¡Por favor, tomá esto. Llevátelo. Agarrá esta plata!!”. Me sigue hasta el uber que ya pedí, ya casi que parece que estoy huyendo de él. Él se le acerca al uber, casi que se le mete por la ventana y le dice “Páguese de aqui el viaje de ella”, le tira el billete de 5 mil colones. Yo ya había puesto como método de pago la tarjeta, daba igual. El dueño me pide disculpas de nuevo, me dice “Disculpa, mamita. Ahi te queda esa platita”. El dueño se retira.
- En medio de esa agitación, el chofer de Uber me mira por el espejo retrovisor. Me dice ”¿Todo bien, Yen?” Era un excompanero de la escuela. Ahora no solo quedaba como una mentirosa fraudulenta de documentos, sacrílega de Iglesias y abusadora de sordomudos; ahora también quedaba antes un excompañero de la escuela como una puta “sugar baby” que se acaba de pelear con su “Sugar Daddy”, el cual me tiró 5 mil colones….corrección: soy una putilla barata también.
- Llego a las 6 en punto a la Universidad, me saco un 95 en el exámen. No sé cómo pero lo logré.
Y así termina mi crónica: De la manera más extraña y para nada la más correcta, Dios, la Hora Santa, Roger Waters y Cajeta Express estarán para siempre relacionados en el contexto que me permitió disfrutar del mejor concierto de mi vida.
“Yen”